Constantemente hablamos de Personalidad, refiriéndonos a la forma que cada cual tiene de ser, de comportarse, de reaccionar. En esta misma zona se habla también carácter y temperamento. Los patrones de comportamiento humano dependen de un conjunto de factores, unos heredados y otros adquiridos, cuya interacción compone un Todo individual que distingue una persona de otra. La combinación de todas las causas y efectos hace diferente o semejante la conducta entre miembros de la especie humana. Los estudiosos de la mente conocen muy bien cada evento modificador e identifican diferentes partes dentro de lo que constituye ese complejo infinito que es el homo sapiens.
Todo es genético”, dicen los genetistas. Y no les falta razón. La información que contiene el ADN, es responsable de cada matiz del individuo, cuadrícula a cuadrícula. Sin embargo, la genética es sólo la carga de la escopeta, el ambiente es el disparador. Existen moldes inmutables que vienen “de fábrica”, el temperamento es uno de ellos. Se trata de un patrón de conducta genéticamente determinado. Flemático, sanguíneo, colérico o melancólico, fueron los tipos descritos por Kretshmer basándose en observaciones de la conducta canina que han sido extrapolados al hombre. Utilizó en su clasificación, metafóricamente, los humores clásicos que supuestamente componían al hombre. En momentos de crisis, ya sea de máxima felicidad o de honda pena, de ira o de temor, el Temperamento aflora tenazmente a la superficie y se expresa a plenitud. El individuo desarrollado lo percibe y aprende a negociar con él y termina por controlar su desenfrenada expresión.
Decimos que alguien “tiene carácter” cuando es, o muy serio, o muy independiente, muy sobrio o incluso muy irritable. Pero Carácter, es un concepto preciso en psicología. Para referirse a él es obligado decir que se trata de algo adquirido. Es aquella modulación del temperamento que se obtiene por aprendizaje. La educación y la experiencia moldean los impulsos naturales cuya fuente está en el contenido temperamental del individuo. En su formación, participan factores sociales y familiares que marcan patrones que son aprehendidos desde los primeros años de vida hasta la adolescencia. El carácter está en constante remodelación y de acuerdo a las condiciones del entorno será más o menos adecuado, adaptado y positivo, o todo lo contrario.
La suma de los elementos aportados por el temperamento y el carácter, modificados por el medio social es lo que llamamos Personalidad. Es la unidad integradora del contenido mental de los seres humanos y se edifica sobre valores, abstracciones, principios, conceptos y virtudes; lidiando con defectos y debilidades. La solidez de una personalidad bien balanceada, sin asimetrías que inclinen hacia posturas extremas o prejuiciadas, es lo que determina la máxima realización y el óptimo rendimiento de la inteligencia y la razón. El diseño personal del individuo es una responsabilidad tanto personal, como de la sociedad donde se desarrolla, en tanto es tan universal como ella misma.
Tu publicación me ha hecho reflexionar y, por tanto, concluir que somos responsables de nuestra integridad y también de nuestra felicidad. Gran consejo aplicable a quienes emigran y, a veces, con su desarraigo pierden no solo su orientación, sino también su capacidad de soñar...
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